miércoles, 23 de marzo de 2011

Saber situat

Jaume Martínez Bonafé

Me disculpareu si comence aquesta periòdica contribució periodística amb un titular tan críptic, però ara veureu com ens entenem. La qüestió és que d’aquí quatre dies celebrarem a l'hospitalari poble d'Alfafar la II Diada Escolar per l'Horta i clar, estem en fase de preparacions i entre reunió i reunió la cosa dóna quefer i que pensar. És evident que hi ha un procés progressiu de deteriorament de l'horta valenciana vinculat a l'urbanisme salvatge. I sembla una cosa natural que el valor de canvi del sòl urbà siga inversament proporcional al valor d'ús del sòl agrícola. Com natural és també anomenar a eixa suïcida pràctica econòmica progrés social. També és prou evident, encara que menys visible, que hi ha un bon grapat de ciutadans i ciutadanes que estan en contra d'aquesta naturalització de la barbàrie. No parlarem ací de banderes ni de grups emmarcats en ideologies tradicionals, perquè després de veure la solució de dretes que ha donat el PSOE al problema de l'AVE ja m'explicaran vostés on pintem les ratlles del ball de la yenka (recordeu: “izquierda, derecha, adelante y atrás…”). I també és evident el paper que al llarg de la història ha jugat l'escola en la comprensió de la problemàtica social i la formació política. Si avui som una miqueta menys masclistes, o un poc més ecologistes, i tal vegada un poc valencianistes, una de les principals medalles d'aquesta passa se l'ha d'apuntar l'escola. Bé, fins ací algunes evidències que li donen tot el sentit del món a aquesta puntual trobada de les comunitats escolars de l'horta el proper dissabte 4 de juny. Però la qüestió és una altra.
El problema és, tornat al cas ara de la Diada, des de quin saber i des de quina elaboració d'eixe saber ens trobem la gent a Alfafar. Vull dir que, en això que diuen la societat de la informació, no sé si l'amic de l'escola tal –no direm noms– sap el que està fent l'amiga de l'escola qual, i si volen preguntar-ho, i si les autoritats acadèmiques tenen o aporten informació al respecte, o si sobre l'aire que respirem als patis suren les preguntes, i si volem saber més encara, i si la pregunta està en la veu col·lectiva de qui té dret a saber-ho tot. Ara recorde Marx inventant una enquesta sobre les condicions del lloc de treball que era sobretot, així ho va explicar, un aparell de formació política perquè ficava en mans dels propis treballadors les preguntes i les respostes sobre l'empleament de la seva vida. No és de l’experiència rutinària d’on neix el saber. No és tampoc del mutisme individualista o la desimplicació social, perquè la pregunta i la resposta i també, clar que sí, el dubte permanent i la incertesa estan al carrer, al territori, a la vida social. Per això la gent que ens trobem el 4 de juny som els que hem pogut preguntar-nos –des de la minvada xarxa dels recursos més locals i personals– què estàs fent i per què no véns i ens ho contes. Imaginen vostès si la poderosa maquinària de l'administració educativa –incloent-hi també el Consell Escolar, el sindicats– obrira una enquesta a la comunitat educativa valenciana amb la següent pregunta: ¿A la teua escola es podria fer un hort ecològic escolar? Si, no, ¿per què? Raona la resposta amb la comunitat educativa de l'escola. Un primer pas, segur, del saber situat.
(Publicat a l'All i Oli. Quaderns de l'Ensenyament del País Valencià, nº 187)

Sobre el curriculum

El curriculum de la ciudad

jueves, 17 de marzo de 2011

Sensibilitat de la música brasileira

Carinhoso. Composição: Pixinguinha/ Joao de Barro. Canta: Marisa Monte

Daros un abrazo, caramba!

Jaume Martínez Bonafé

Salen las Matemáticas del aula y entra el Lenguaje y no se dicen ni hola. Andan el Latín y las Naturales venga el roce diario dentro de la mochila y ni se conocen. Peor es lo de la Geografía que está a una página de la Historia, dentro del mismo libro, y no se han hablado nunca. Tampoco se hablan la Educación Física, o la Filosofía y la Educación Ambiental. Y no te digo ya lo de la nueva, Educación para la Ciudadanía, que hay días que ni viene. ¿Porqué se darán la espalda las asignaturas del curriculum? No digo los profes que las imparten, pues ese sería otro tema y otro problema. Digo las asignaturas, o disciplinas. Unas primero y otras después, unas más arriba que otras, unas con más horas, otras con menos, unas dicen que son más importantes, otras que menos, pero ni se dan la mano, ni se conectan, ni se relacionan, ni se buscan en lo que puedan tener de común y universal, para saber también mejor lo que tienen de diferentes. ¡No hay manera!
Dicen las disciplinas del curriculum que llegan a la escuela para preparar para la vida –adulta, o del futuro, digo yo-, pero entran en el aula dando codazos y al final la vida escapa aterrorizada por una ventana. Mi maestro decía que me quedaba alelado mirando a las moscas, y yo creo que era porque me atontaban las Ciencias Naturales. Muchas veces me preguntaba si me había quedado mudito y yo creo que era por culpa del Lenguaje, que estudiábamos en completo silencio. Un día descubrí que con las disciplinas había preguntas que debía responder, y ejercicios y deberes para casa –muchos-, pero no existían los problemas. Quiero decir, problemas. No de esos de “un tren sale de Barcelona…” sino problemas de verdad, problemas de la vida real. Y creo que es porque las disciplinas no saben resolver los problemas de la vida, que ellas ya tienen los suyos propios. Y porque son muy egoístas, y no se hablan, y así es imposible acudir a los problemas de la vida real.
Yo creo que las disciplinas se creen que viven entre los castillos de la Edad Media, y por eso para ir a la escuela se ponen armadura. Y la armadura de las disciplinas son los libros de texto. Ahí dentro se esconden y se protegen. Yo siempre he conocido a las Matemáticas metidas en el disfraz del libro de texto. Un día me dijo un amigo que cuando iba a un restaurante utilizaba el lenguaje y las matemáticas y yo le dije que esos eran en minúscula, no llevaban acarreada una nota y además se hablaban entre sí, y que los de la Escuela eran otro Lenguaje y otras Matemáticas. Conozco a una chica que ha sacado muy buenas notas en Lenguaje y no sabe escribir. Y cuando comentamos el suceso me dijo que sólo escribía para los exámenes, o para la realización de los ejercicios, o lo que le mandaran escribir. Que ella, lo que se dice escribir, escribir, escribía en el messenger.
Bueno, el caso es que las disciplinas o asignaturas no hablan entre sí. ¿Porqué será? Yo creo que es porque les falta imaginación y creatividad para encontrar un espacio común desde el que abrir un diálogo fructífero. Decía John Dewey –en Democracy and Education- que la culpa la tenía el triunfo en la escuela de la psicología “intelectualista” frente a la psicología “de la acción” que él propugnaba. Eso era en el mil novecientos dieciséis y aunque a este autor en los manuales de pedagogía se le llama “el padre de la educación renovada” lo cierto es que no parece que se le haya hecho mucho caso. Decía Dewey que la educación no debe pretender un tipo de perfección abstracta, que al contrario, es un proceso de vida y no la preparación para la existencia del adulto en el sentido formal. También decía que el pensamiento no se forma en abstracto, ni por acumulación de informaciones; que se forma cuando un interés de adaptación lo lleva a crear una solución propia a un problema. De muchas formas distintas esta idea la vengo escuchando desde que empecé a estudiar Magisterio, y un profesor admirable, Gonzalo Anaya, la desarrolló con magistral didáctica. Pero no parece haber llegado todavía a las Direcciones Generales y a las emisoras de radio de los tertulianos, que es donde parece que hoy se cultiva la “ciencia” de la educación.
Por eso yo hoy, más tímidamente, no pediré lo que sugería aquel señor: que se trabajase por proyectos donde la escuela se convirtiera en un laboratorio de la sociedad –una embryonic society-, la experiencia social el punto de partida y la unidad entre pensamiento y acción, el sentido del trabajo escolar. No, no. Yo simplemente les pido a las asignaturas que cuando lleguen a la escuela sean un poco menos autistas, y que de vez en cuando se den un abrazo, caramba! ¡¿Tanto les cuesta?¡¡
(Publicado en la revista Escuela, 2010)